Nora Henderson opina que el chocolate cura casi todo.
Por eso, entre otras razones, abrió su panadería en la pequeña ciudad de Jupiter, Maine, hace cinco años.
La gente viene de kilómetros a la redonda para conseguir sus muffins de mantequilla de mani y chocolate. Los clientes casi se pelean por el último croissant de almendras.
Algunos incluso dicen que sus galletas con chispas de chocolate ayudan a aliviar el dolor de un amor desgarrador.
La vida de Nora es buena. Al menos en la superficie.
Debajo del glaseado y la dulce decoración de su panadería hay un compromiso roto, espirales de dudas y ansiedad.
En resumen, Nora Henderson es un desastre.
No es alguien en quien Rowan Derrick se interese jamás. Es el veterano brusco que es dueño de una empresa de construcción, que se pasea por la ciudad y puede llevar una gorra de béisbol al revés.
Es el protagonista de casi todas sus fantasías. Ella esperaba que se quedara allí, que siguiera siendo su novio y cliente imaginario... nada más.
Pero Rowan Derrick lleva tiempo echándole el ojo a Nora. Lo que ella no sabe es que ella también protagoniza todas sus fantasías. Y ahora que la bella panadera ya no está comprometida, él la hará suya.
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