Una constructora. Un padre soltero.
Un par de gemelos.
Y la pared no es lo único que se perfora...
Aprendí por las malas que ser una constructora no es fácil. Las preguntas, las miradas, la suposición de que soy la orgullosa dueña de un pene y unas pelotas. No es que importe. He demostrado una y otra vez que estoy lista para cualquier cosa que los imbéciles me arrojen.
Excepto el soltero y caliente padre de gemelos que acaba de mudarse a la ciudad.
BRANTLEY COOPER se sorprende cuando aparezco en la puerta de su casa para arreglar las nuevas habitaciones de sus hijos. Su hijo está confundido porque “la bella dama tiene un taladro”, y su hija tiene una nueva obsesión: Yo.
En el papel, mi trabajo es fácil. Entrar, hacer sus habitaciones e irme.
En teoría, estoy pasando ocho horas al día con un guardia, sexy como el infierno, y me quedo a cenar más a menudo de lo que como a solas, en mi sofá, con repeticiones de Friends.
No debería quedarme a cenar. No debería ayudarlo con los gemelos. No debería enamorarme de pequeños dedos de los pies y mejillas con hoyuelos.
Y definitivamente no debería besar a mi cliente.
Oops...
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