Dougless Montgomery había tratado de ser la esencia misma de la mujer moderna americana. Había planificado este viaje de vacaciones con especial cuidado, deseando que todo resultase perfecto para Robert, el hombre con quien esperaba casarse algún día. Y ahora después de una estúpida pelea, estaba abandonada en una iglesia de la campiña inglesa. Tirada sobre una fría lápida, llorando con furia y frustración, clamaba por un caballero de brillante armadura que la sacara de ese abismo. Repentinamente, el más extraordinario hombre se paró ante ella... Nicholas Stafford...
Nicholas Stafford, Conde de Thornwyck, había muerto en 1564 de acuerdo a lo escrito en su tumba. Alto, de hombros anchos, ataviado de brillante oro y plata, estaba magnifico. Se paró a la oscura luz de la iglesia, estudiando estupefacto, mirándola: su extraño vestido, su cabello caído en los hombros, sus largas, encantadoras y desnudas piernas. De una cosa estaba seguro: ella era la más hermosa criatura que había visto alguna vez. Dougless sabía que Nicholas era nada menos que un milagro: un hombre que no le exigiría que cambie, que la encontraba perfecta y fascinante, justo lo que ella quería.
Sin embargo, desconocía si algo los había unido fuertemente en el pasado o si un extraordinario sentimiento los involucraría en el futuro....
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