#1 El crucero del amor
No podía estar más emocionada.
Estaba a punto de embarcar en un crucero por el Caribe, ¡de quince días! Mis primeras vacaciones largas en seis años, y las primeras desde mi divorcio. Mi amiga Anna, que tenía una agencia de viajes, me había conseguido los billetes con descuento.
Quince días tostándome al sol, sin tener que hacer nada más que cambiarme de postura para no quemarme y decidir qué cóctel me apetecía beber…
Llegué al puerto preparada para embarcar, feliz, con mis maletas nuevas. Pero al mirar a mi alrededor me di cuenta de que estaba rodeada de gente joven, todos vestidos de punta en blanco. Como si estuvieran en un reality show.
¿Dónde me había metido?
No fue hasta después de embarcar cuando me di cuenta de que estaba en “El Crucero del Amor”. Un crucero para solteros. Para encontrar pareja y conocer gente.
Iba a matar a mi amiga Anna, en cuanto me bajase de aquella pesadilla flotante.
Yo, recién divorciada, subida en un barco lleno de solteros a quienes tenía que evitar a toda costa. Menudas vacaciones me esperaban.
Lo que no sabía todavía era que dentro del barco me esperaba una sorpresa… o dos..
#2 Prometido a bordo
No podía creer lo que veían mis ojos: mi prometido, con el que me iba a casar dentro de cuatro meses escasos, en un crucero para solteros… ligando, o intentando ligar con una morena. En “El crucero del amor”, para ser más exactos.
Stuart, mi prometido, trabajaba como abogado en el despacho de mi padre. Me había dicho que se iba a un seminario de leyes que duraba dos semanas, pero unos mensajes en el teléfono móvil me hicieron sospechar que me estaba mintiendo.
Así que me había comprado un billete para el crucero, y le había seguido hasta allí. De incógnito, eso sí, ocultándome detrás de un sombrero enorme y unas gafas de sol que me tapaban media cara.
Tenía que saber la verdad. Quién sabe, igual sí que había un seminario de leyes dentro del crucero, después de todo…
Pero no: no había nada de eso, solo era un crucero para ligar. Y eso era lo que estaba haciendo Stuart.
Respiré hondo unas cuantas veces, que era lo que siempre hacía para relajarme, e intenté no llorar. Otra vez.
Salí corriendo decidida a encerrarme en mi habitación y no salir en dos semanas, para no tener que tropezarme con él.
Lo que no podía saber todavía, era que a bordo de aquel barco me esperaban unas cuantas sorpresas… y no todas eran malas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
· Lo que quieras encontrar, en los corazones lo hallarás.
· Nada de lo que se encuentre YA compartido y disponible a ustedes, será enviado por mail.
· Si un enlace directo está caído lo puedes buscar en la biblioteca. Lo mismo para las entradas que se encuentren sin enlaces.
· Cualquier problema notificarlo en comentarios o por formulario de contacto y será reparado lo antes posible.
· Si fue por comentario, este será borrado una vez corregido y verificado.