#1 Fiesta de empresa
No me puedo creer que sacara el nombre de mi jefe para el regalo anual del amigo invisible…
Ese capullo irritante y engreído, la reencarnación misma del diablo, nunca nos da días libres en Navidades, y espera de verdad que le estemos agradecidos por la generosa alternativa que nos ofrece: una fiesta de empresa.
Se trata de un viaje obligatorio, con todos los gastos pagados y de dos semanas de duración, a un resort de lujo desconocido donde todavía tendremos que seguir trabajando de doce a quince horas al día.
Estoy tan hasta las narices…
Así que lo que hago es poner cero interés en su regalo. Le quito la etiqueta a lo que sea que me ha comprado mi hermana, añado un cheque regalo de Amazon por valor de cinco dólares y se lo hago llegar.
No me entero de la terrible decisión que he tomado hasta que mi hermana me envía un mensaje:
Georgia: ¿Por qué no te has partido de la risa con el último vibrador que te he regalado? De verdad espero que te imagines la cara de tu jefe cuando lo uses, igual que pongo en la nota. :-)
Por si eso no fuera poco, el «viaje de lujo» de este año será a mi ciudad natal, el lugar que he estado evitando durante años. Y mi abuela es la propietaria del resort…
Si consigo salir viva de esta, no volveré a «re-regalar» nada a nadie nunca más…
#2 Ejecutivo a la carta
Estas deben de ser las peores Navidades de mi vida…
Mi exnovio acaba de reservar la mejor suite en el resort donde trabajo (con su nueva novia, no conmigo), la mitad del personal se ha dado de baja por gripe (mentira: quieren asistir a un concierto que se celebra en el pueblo) y mi hermana me está volviendo loca con sus inacabables planes de boda.
En cualquier otro momento todo esto no supondría ningún problema, pero la Navidad lo cambia todo, y además mi familia está a punto de descubrir la mentirijilla que les he contado sobre mi inexistente prometido.
Para evitarlo, decido descargarme Ejecutivo a la carta, una aplicación que permite contratar a un «falso y atractivo hombre de negocios» para impresionar a familiares y amigos.
Por lo menos es lo que yo esperaba…
Pero cuando el chico que he elegido me deja plantada en el último momento, la aplicación promete enviarme «un sustituto aún más sexy».
Deben de haber querido decir «el demonio», porque este tipo no es un actor y, definitivamente, no es un «falso» ejecutivo.
Es mi antiguo jefe.
El idiota que me despidió el año pasado.
Vale, ahora sí que, oficialmente, son las peores Navidades de mi vida.
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