Kimberly se queda boquiabierta el día que su madre le confiesa a gritos que su padre está arruinado y que, para más inri, se marcha con otra.
La vida de la joven sufre un cambio drástico. Jamás pudo imaginar aquella mimada niña rica que ambas se verían con una mano delante y otra detrás. Adiós a su mansión en Brooklyn, a la casa de Miami, al yate y a tantos y tantos lujos.
Cuando la situación no parece que pueda empeorar, un nuevo revés la azota; su madre se marcha a Buenos Aires con su tía, ¿y ella? Pues ella tendrá que buscarse la vida como todo hijo de vecino.
Hay cosas que no están hechas para la gente pudiente, ¿o sí? Lo que ya os adelanto es que no faltarán las risas cuando la más **** entre todas las pijas aterrice en el mundo real.
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