Sin padre que las proteja, Dahlia y Erika sobreviven como sirvientas del Jarl. Dahlia sueña con que Brandr la tome por esposa. Ese es su único anhelo, por el que vive y respira, ser la esposa del futuro Jarl y que la ame. Cuando descubre que va a desposar a otra mujer, decide irse porque sabe que no soportaría verlos juntos y su hermana quiere acompañarla en su nueva vida lejos de allí. Pero dos mujeres solas para prosperar necesitan oro, así que deciden apropiarse de lo que consideran suyo a riesgo de perder la vida a manos del hombre al que entregó su corazón siendo una niña.
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